El Cumplimiento
Por Esta Razón: El Plan de Largo Plazo de DiosNuestra historia nos lleva a los cuarenta días después del nacimiento de Jesús. Para cumplir con la tradición de purificación después del parto, María y José llevaron al bebe Jesús a presentarlo al templo. Al llegar allí, un anciano devoto llamado Simeón, reconoció en su espíritu al Mesías, al futuro salvador del mundo. Lucas 2:28-32 narra,
“Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios:
«Según tu palabra, Soberano Señor,
ya puedes despedir a tu siervo en paz.
Porque han visto mis ojos tu salvación,
que has preparado a la vista de todos los pueblos:
luz que ilumina a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Simeón ya podía morir en paz al ver la promesa del Redentor frente a él. Imagínese esperar toda una vida para ver una promesa cumplida.
De niña leí el cuento La Bella Durmiente de los hermanos Grimm. En ese cuento, Aurora espero cien años dormida por un príncipe que la iba a despertar con un beso. Siempre me pregunté, ¿vale la pena esperar cien años por el Príncipe Encantador?
Para Simeón, si valió la pena y estaba dispuesto a morir en paz y satisfecho. En la culminación de su vida, Simeón vio la culminación del plan de Dios.
Imagínate que sabes que hoy sería tu último día en la tierra. ¿Pudieras como Simeón, estar listo a morir? ¿Como puedes prepararte para ese momento? La vida de Simeón nos da una idea del tipo de vida que nos prepara para vivir en el más allá.
Una Vida de Devoción
El verso 25 de ese mismo capítulo lee,
“Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la redención de Israel.”
Ser devoto significa sentir un respeto y admiración profundo hacia alguien o algo. En el sentido bíblico, se refiere a la veneración a Dios, o sea, devoción es una dedicación completa al servicio de Dios. La palabra devoto en griego se traduce como reverencia y piedad. Literalmente significa “apoderarse de lo bueno”. La devoción entonces se enfoca en la respuesta externa a sentimientos internos.
En otras palabras, Simeón dedicó su vida entera a Dios. Él se apoderó de las promesas de las Escrituras y expresó su agradecimiento al servir a Dios con reverencia y a otros con piedad. Simeón entonces vivió una vida de sacrificio al dedicarse al plan de Dios y a las necesidades de otros.
¿Como es nuestra devoción? Si se pudiera medir con un termómetro, como estaríamos, ¿fríos o calientes? ¿Cómo servimos a Dios? ¿Somos leales a su Palabra? ¿Dedicamos tiempo sirviendo a aquellos más desafortunados que nosotros? Recordemos que la devoción es la expresión externa de nuestro amor por Dios.
Una Vida de Unción
En Lucas, capítulo 2, versículos 25 al 27 leemos,
“Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la redención de Israel.
El Espíritu Santo estaba con él y le había revelado que no moriría sin antes ver al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo.”
Otra marca del tipo de vida que Simeón vivía es que él estaba lleno del Espíritu Santo. Él estaba lleno de la presencia de Dios. Literalmente la frase en el versículo 25, “aguardaba con esperanza la redención de Israel”, significa la esperanza Mesiánica. La palabra redención es la misma aplicada al Espíritu Santo cuando Jesús lo llamo “El Consolador” en Juan 14:16 y 17, un día antes de morir en la cruz,
“Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad”
Así que esa esperanza que Simeón sentía, ese sentimiento de paz era realmente el Espíritu de Dios, comunicándole a su alma que todo está bien.
Vivir una vida de unción entonces, significa que el Espíritu Santo de Dios está derramado en nuestros corazones como aceite sobre los reyes de antaño. La presencia de Dios en la vida de Simeón es tan real, que él responde a los comandos del Espíritu al revelarle verdades y situaciones especiales. ¡Qué vida tan victoriosa! ¿No quisieras tu vivir como Simeón?
Una Vida de Gozo
El canto de Simeón al ver a Jesús es un testimonio de una vida de confianza plena en Dios. Ahora que sus ojos han visto a su salvación, él canta; ya puede despedirse de esta vida en paz. Imagínate cantar al final de tu vida; no llorar por lo que no pudiste realizar.
Cuando yo era niña, yo sabía que mi papá estaba cerca de nuestro apartamento regresando del trabajo, porque aun con la puerta cerrada, podíamos oírlo cantar por el pasillo. Mi papá cantaba en la cocina fregando platos y haciendo el desayuno. Cantaba al brillar sus zapatos y doblar sus camisas. De niña adoraba ese aspecto de mi papá, su gozo y alegría natural. Años después me casé con un hombre que canta a todas las horas del día. Yo sé cuándo mi esposo está pasando por un momento difícil, porque no lo oigo cantar. Es una bendición estar rodeada de gente gozosa todo el tiempo.
Ese hecho de cantar alabanzas a menudo es señal de algo interno: salud, paz y satisfacción espiritual. Simeón vio la culminación de su vida a la luz de la culminación del plan de Dios, y su respuesta fue alabanza y cantos.
Para ver la culminación del plan de Dios en nuestras vidas, debemos entregarle todo a él, nuestros sueños, deseos, aspiraciones y planes; nuestra devoción debe ser completa.
Pero debemos también buscar la unción, la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Solo con su presencia guiando nuestros pasos y dándonos sabiduría para actuar dentro del plan de Dios, podremos cantar de gozo todos los días, hasta que veamos a Cristo cara a cara.